Cada día, y claramente desde hace dos años, el desapego ciudadano por el actual sistema de democracia representativa y de Partidos Políticos es más evidente. Si bien, es pensamiento mayoritario que no es posible democracia, ni representación ideológica, sin Partidos Políticos. A la vista están las encuestas y estudios que así lo afirman.
El bipartidismo en algunos países de Europa está llegando a su fin, en otros nunca lo hubo por diversas cuestiones. Los británicos, siempre por delante de las ‘modas’, dieron la señal de lo que sería la tendencia en los próximos años. Nicholas Clegg lo puso de manifiesto en Reino Unido hace tres años, entrando en un gobierno de coalición con los Conservadores, después de casi un siglo de alternancia bipartidista de las dos principales organizaciones políticas en el gobierno británico.
¿Vamos camino de un modelo parecido al multipartidismo italiano o israelí? Parece claro que nadie piensa ya en la posibilidad cercana de una mayoría absoluta en nuestro país, Mariano Rajoy ha conseguido que los ciudadanos, aún creyentes de que la alternancia era la solución, vean en esto como otro ‘pequeño’ error de la democracia, que al fin y al cabo no deja de ser el menos malo de los sistemas políticos. Además, y ante los errores cometidos por los grandes partidos, surgen pequeñas organizaciones políticas, algunas en ocasiones extremadamente populistas, que se posicionan como los nuevos valores en alza del sistema de partidos. En Cataluña, hace ya varias legislaturas, el espectro político está ya muy diversificado, y este es el camino hacia el que van todos los sistemas.
Voy a proponer a través de esta entrada en mi blog, que estaba un poco apagado últimamente, algunas de las propuestas, sencillas, para mejorar el actual sistema electoral, haciéndolo mucho más representativo, justo, y accesible. Intentando de esta forma, y con estos posibles cambios, recuperar la confianza de los votantes en el sistema electoral. Aún a sabiendas de que estas propuestas atomizarán todavía más la representación política, y que complicarán la conformación de gobiernos sólidos, vamos a considerar esto como algo positivo, esperando que del consenso plural se llegue a las soluciones necesarias.
Comenzaremos como primera propuesta con la eliminación total de la exclusión de candidaturas que no llegan a los “cupos” mínimos que marca la ley (5% de los votos en elecciones municipales, y 3% en elecciones generales y europeas).
¿Cómo es posible que los votos ciudadanos a una candidatura municipal a un Ayuntamiento con más de 21 concejales, y que obtiene el 4,5% o el 4% de los votos (suponiendo esto de forma proporcional un concejal) quede excluida?
Ejemplo: En un Ayuntamiento con 550,000 habitantes se establecen 31 concejales. Actualmente es necesario tener al menos el 5% de los votos para tener representación, pero un concejal supone el 3,22% de la corporación. Eliminando esos ‘cupos’ se abre la representación ciudadana de forma más justa y equitativa.
Continuamos con las elecciones de diputados del Congreso y con la reforma del Senado. En el Congreso de los Diputados no está representada de forma justa la voluntad de los votantes. La conformación de circunscripciones provinciales perjudica de forma clara a los partidos minoritarios de ámbito nacional y beneficia de forma desproporcionada a los partidos mayoritarios de ámbito provincial o autonómico.
La propuesta, que necesitaría de la reforma de la Constitución para modificar la determinación del tipo de circunscripción y cambiarlo de provincial a mixto, y a un sistema de doble lista, es la siguiente: actualmente las provincias cuenta con dos diputados de forma fija, y el resto de los diputados se reparten de forma proporcional a la población de cada una de ellas, contando Ceuta y Melilla con un diputado cada una. Manteniendo el reparto proporcional a la población, esos dos diputados iniciales por provincia irían a una lista de circunscripción única, en la que cada votante votaría a una lista compuesta por 100 personas, encabezada obligatoriamente por el candidato de cada partido político a Presidente de Gobierno. Quedando los 248 diputados restantes al reparto proporcional según la población de cada provincia, donde se elegirían estos candidatos en listas abiertas.
Este sistema de doble lista es prácticamente idéntico al sistema electoral alemán, el parlamento alemán o Bundestag utiliza este sistema y en él están representados los candidatos globales a todo el estado y los que son elegidos en representación de cada una de las circunscripciones federales.
En el reparto de escaños se debería utilizar otro método distinto a la Ley D’Hont, para hacerlo más justo y proporcional, sin beneficiar al partido más votado. Por ello propongo utilizar otras fórmulas de reparto de escaños, como el Cociente Hare/Niemeyer, o el método Sainte-Lagüe, más justos en el reparto y distribución de los mismos.
Ejemplo: Se eligen 350 diputados, 100 a través de listas iguales para toda España, encabezadas por los candidatos de cada partido a presidir el gobierno, los 248 diputados restantes (Ceuta y Melilla cuentan con uno cada una), se reparten, tal y como ahora, en función de la población de cada provincia, y en cada una de estas se eligen a los candidatos en listas abiertas (en Cantabria se elegiría así a 3 candidatos).
De esta forma se mantiene la posibilidad de tener representación a las candidaturas regionalistas o nacionalistas (que además pueden recibir votos de fuera de su circunscripción), todos los ciudadanos pueden votar al candidato de su partido a liderar el gobierno estatal, los partidos minoritarios ven asignado un número de representantes equilibrado con el número de votos recibidos, y en las votaciones se elige nominalmente y en listas abiertas a diputados estatales en representación de la provincia y a senadores.
Por su parte, el Senado, debe convertirse en una cámara de representación autonómica-federal, con elección directa en listas abiertas de los candidatos por parte de los votantes, sin senadores de designación autonómica, y con unas funciones más propias de un senado de un estado federal.
Y finalizo con una propuesta, que en ocasiones ha sido polémica, el derecho de voto debe extenderse a los mayores de 16 años. En mi opinión toda persona que puede acceder al mundo laboral debe tener la posibilidad en ese mismo momento de sentirse representada en las instituciones por sus representantes políticos.
Aparte de todo esto, la cercanía de los representantes ciudadanos con sus representados, el rendimiento público de cuentas del trabajo llevado a cabo de forma periódica por los cargos institucionales, o la drástica reducción del personal de confianza y asesores, que en algunas ciudades y comunidades atestan las instituciones, son algunas de las mejoras necesarias y urgentes de la democracia española.
De cómo los Partidos, hasta ahora mayoritarios, deben recuperar la credibilidad perdida, la confianza ciudadana, y mantenerse como opciones reales de representar alternativas solidas de gobierno hablaremos otro día. También es necesaria una reforma a fondo de la actual Ley de Partidos y de la Ley de Financiación de Partidos, con mayor democracia interna y transparencia.